La gente cambia su auto de gasolina cada 12 años, mientras los vehículos eléctricos cada tres
- Oscar C
- hace 16 horas
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En los últimos años, algo curioso está ocurriendo con los autos. Mientras los vehículos de gasolina se aferran a las calles durante más de una década, los eléctricos apenas logran sobrevivir tres años antes de ser cambiados por sus dueños. Esta diferencia tan marcada no es casualidad. Un estudio reciente de S&P Global Mobility, realizado en Estados Unidos, reveló que la edad promedio de un auto de combustión alcanza los 12.5 años. En contraste, los eléctricos apenas llegan a los 3.6 años de vida útil promedio en manos del primer propietario.
Este fenómeno tiene varias explicaciones. Por un lado, los autos de gasolina gozan de una ventaja histórica: talleres por todas partes, mecánicos que los entienden sin conectarse a una laptop, y piezas que pueden durar décadas. Además, la inflación ha encarecido tanto los autos nuevos que muchos prefieren exprimir hasta el último kilómetro de su viejo sedán. A eso hay que sumarle que, desde la pandemia, la escasez de inventario en las agencias volvió una hazaña encontrar un vehículo nuevo sin tener que esperar meses.
Pero cuando se habla de autos eléctricos, la historia es otra. No es que sean malos, al contrario. Es justo esa evolución tan rápida lo que está empujando a los dueños a renovarlos con más frecuencia. Cada año aparecen modelos con más autonomía, mejores baterías, nuevos sistemas de asistencia al conductor y plataformas de carga más rápidas. En ese contexto, quedarse con un eléctrico de hace cinco años se siente como usar un celular viejo que ya no acepta actualizaciones.
También hay un tema de percepción. Muchos consumidores ven al auto eléctrico como un gadget. Y como cualquiera de ellos, cuando aparece uno más avanzado, el anterior pierde su encanto. Esto se traduce en una vida útil más corta en términos de propiedad, aunque no necesariamente en durabilidad mecánica. Sin embargo, el mismo estudio advierte que los eléctricos siguen enfrentando algunos retos importantes. Un 6.6% de ellos quedó fuera de circulación en un lapso de 10 años. Para los autos de gasolina, esa cifra fue menor: 5.2%.

Esa diferencia, aunque no es escandalosa, pone sobre la mesa una preocupación real. ¿Están preparados los eléctricos para resistir el paso del tiempo? ¿O el avance de la tecnología los vuelve obsoletos antes de que realmente fallen? La infraestructura mejora, los precios bajan, pero el ritmo de innovación es tan acelerado que, muchas veces, el usuario prefiere cambiar de modelo antes de preguntarse si el suyo sigue sirviendo.
La brecha entre ambos mundos es evidente. Los autos de gasolina viven una segunda juventud gracias a su confiabilidad. Los eléctricos, en cambio, están atrapados en un ciclo vertiginoso de renovación. Será el tiempo y el mercado quien decida si esa tendencia se estabiliza o si estamos ante el inicio de una nueva era en la manera de entender la movilidad.
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