Un grupo de astrónomos del experimento Telescope Array detectó el segundo rayo cósmico de mayor energía jamás registrado en la historia, al que han denominado "Amaterasu", pero no en referencia al Mangekyō Sharingan de Itachi Uchiha en 'Naruto'.
En el estudio, publicado en la revista Science, se explica que este es el rayo cósmico más energético detectado desde 1991, cuando los astrónomos encontraron la llamada partícula "Oh-My-God", con una energía de 320 EeV (exaelectronvoltios), en comparación con los 244 EeV de Amaterasu.
Aunque los rayos cósmicos no son una novedad para los científicos, que sean de gran energía, como estos dos eventos, sí es toda una sorpresa.
En el caso de la partícula Oh-My-God, los científicos ya habían concluido que no había nada en la galaxia con el poder de producirla. Además, tenía más energía de la que teóricamente era posible para los rayos cósmicos que viajaban a la Tierra desde otras galaxias, por lo que en principio era una partícula que no debía existir.
Hasta ahora, según Eureka Alert, se han observado más de 30 rayos cósmicos de energía ultra alta, pero ninguno cerca del nivel de energía de Oh-My-God, y no se ha revelado ni su origen ni la forma en que pueden viajar a la Tierra.
El origen de Amaterasu
El rayo cósmico Amaterasu fue captado el 27 de mayo de 2021, con el proyecto Telescope Array dirigido por las universidades de Utah y de Tokio, que cuenta con 507 estaciones detectoras. En total, el evento activó 23 de sus detectores, y por su dirección de llegada, parecía provenir de una zona conocida como "Vacío Local", un área vacía del espacio que rodea a la Vía Láctea.
Según John Matthews, coportavoz de Telescope Array en la Universidad y coautor del estudio, estas partículas tienen tanta energía que no deberían verse afectadas por los campos magnéticos galácticos y extragalácticos, lo que permite, en principio, rastrear su trayectoria hasta su fuente. Sin embargo, no se ha encontrado hasta ahora nada con suficiente energía para producirlos.
En el estudio también se explica que Amaterasu, la partícula nombrada así en honor a la diosa del sol en la mitología japonesa, se descubrió con una técnica de observación diferente a la de Oh-My-God, lo que confirma que, si bien son eventos raros, son reales.
Para John Belz, profesor de la Universidad y coautor del estudio, este tipo de eventos parecen provenir de lugares diferentes del cielo, por lo que no se puede concluir hasta ahora que exista una "fuente misteriosa".
Encontrando rayos cósmicos
De acuerdo con Eureka Alert, los rayos cósmicos son "ecos de acontecimientos violentos", donde se despoja a la materia de sus estructuras subatómicas, lanzándola a través del universo casi a velocidades de la luz.
Estas partículas están cargadas de una gama de energías que consisten en protones positivos, electrones negativos o núcleos atómicos completos que viajan a través del espacio y caen sobre la Tierra de forma constante.
Los rayos golpean la atmósfera superior de la Tierra y destruyen sus partículas primarias en partículas secundarias, generando un "efecto de lluvia" donde miles de millones de estas se dispersan sobre la superficie del planeta.
Aquí es donde entran detectores que cubren áreas tan grandes como la del Telescope Array, que ocupa un espacio de 700 kilómetros cuadrados. Con sus detectores, se puede determinar la trayectoria de las partículas secundarias y ver la fuente de energía de la partícula principal.
En el caso de la gran mayoría de estas partículas, es casi imposible rastrearlas, ya que los campos magnéticos del fondo cósmico de microondas alteran su trayectoria, afectando también a los rayos cósmicos de alta energía. Sin embargo, en casos como los de Oh-My-God o Amaterasu, no se ven afectadas de la misma forma.
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